Revista 3

Cualquiera se llama “gerente”:

Son muy importantes los esfuerzos que hacen el gobierno nacional y diversas entidades, entre ellas las universidades, en la promoción del emprendimiento. Esfuerzos que logran objetivos variables, tales como, la lucha frontal contra la pobreza, crear y diversificar fuentes de empleo y fortalecer los mercados con ofertas creativas e innovadoras que le dan otra característica a las ciudades y al país.

En estos innumerables grupos de emprendedores han surgido verdaderos talentos gerenciales quienes con un pequeño impulso han creado organizaciones muy interesantes y muy rentables.

Penosamente son muchos los proyectos que fracasan por diversas razones, entre ellas, la que consideramos estructural, es que mediante los procesos de capacitación de los emprendedores se están formando administradores y técnicos, pero no se están formando gerentes, aunque la gran mayoría de los emprendedores, si no todos, se catalogan a sí mismos de esta manera.

La problemática no es de los emprendedores ni propiamente de las instituciones, sino de la calidad de los formadores. Desde nuestro racionalismo empírico, entendemos que muy difícilmente alguien que no ha enfrentado la dirección de una organización, podrá orientar y enseñar la visión, la intuición estratégica y la capacidad operacional que los gerentes aprenden en la práctica. Encuentro que muchos de nuestros formadores han realizado maestrías en carpintería, pero nunca han construido un mueble.

En este sentido, proponemos que los grupos de formación que ya existen incluyan a aquel joven directivo que está a la vanguardia y por lo menos a un gerente jubilado o a personas que preferiblemente no tenga experiencia docente, ni especializaciones ni maestrías, sí en cambio tengan quince o veinte años de experiencia como directivos. Esa transferencia de conocimiento significa recuperar una curva de aprendizaje empresarial como nación que el modernismo nos hizo perder.

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