Revista 46

Games of Trump´s:

Hace algún tiempo escribí sobre Ramsay Bolton, un personaje de Games of Thrones de extremada crueldad y, obviamente, con absoluta falta de ética y ambición de poder, un comportamiento que en realidad no es tan extraño y por eso lo denominé el “Sindrome de Ramsay Bolton”. Una de las características de este personaje es su profundo sadismo materializado en los juegos que hacía con sus víctimas.

En diversas reuniones, el estilo de dirección del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido tema de debate y, por supuesto, regularmente, me corresponde decir lo que pienso al respecto. Lo primero, es que definitivamente, aunque parecieran ser las maniobras de un pseudo dictador, no es así, a Trump debemos verlo como lo que en realidad es un “empresario”.

Lo segundo, es comprender el sentido de cada una de sus declaraciones, seguidas de sus decisiones. ¿A quién le conviene, realmente, el muro con México? ¿A quién le conviene avivar el conflicto migratorio? ¿A quién le conviene el abandonar el pacto por el medio ambiente? ¿A quién le conviene la guerra de aranceles?

Como empresario, lo único que pasa por su mente es el negocio y la rentabilidad, como es típico de aquellos a quienes denomino “empresarios del lado oscuro” y con esto me refiero a aquellos a quienes no les importa dañar al mundo y a la gente, con tal de obtener una ganancia. Piense en esos productos con componentes nocivos o esas empresas de sobre explotación del personal o en las estructuras contaminantes o en las tasas de interés usureras del sistema financiero. Todos estos son fieles representantes del “síndrome de Ramsay Bolton”.

Tercero, su estilo de negociación dura es una muy común denominada “precipitando el caos”. Yo mismo la he utilizado y en ocasiones es una gran herramienta de ventas, cuando se usa de una manera responsable permite grandes cambios apelando a la resiliencia de las personas y de las organizaciones. Cuando se usa sin ética, como en el caso de grandes empresarios del mundo y en el caso de Trump, es capaz de arrasar con quien sea y con lo que sea con tal de conseguir los objetivos. El problema es que no podemos quejarnos. Durante muchos años, este es el modelo de éxito que hemos privilegiado, pues por más que no nos parezca lo ideal, este empresario obtiene resultados y maneja el poder en todas sus dimensiones. Así, que, en realidad, no sé cuál es la razón para sorprendernos. No es diferente este tipo de empresario de un petrolero, un narcotraficante o un tratante de personas, todos ganan dinero y a pesar de su falta de ética, se salen con la suya, o, por lo menos, ese es el ejemplo que nos da Trump con lo que dice y hace.

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