Revista 58

Si sos naranja, no te rindás

Hace algún tiempo manifesté que el verdadero sueño americano era vender en dólares o en euros y gastar en pesos. Esto implica permanecer en nuestros países y dar la pelea por crear condiciones de vida mejores para todos. Esto viene acompañado de un cambio importante. El 85 por ciento de las compañías de Latinoamérica están dedicadas al comercio y a los servicios, el 14 por ciento a la producción y tan sólo el 1 por ciento le apuesta al desarrollo tecnológico. Esta proporción no es rentable ni sostenible, deteriora el medio ambiente y el dinero circulante se va para los países desarrollados. Si queremos darle un vuelco a esto, debemos apostarle a tres cosas específicamente: la fundamental es la formación de capacidad humana instalada que inicie con criterios operacionales y continúen su educación con criterios estratégicos de desarrollo. Es decir, los adolescentes desde los 12 años deben tener una inmersión profunda en capacidades básicas para la tecnología tales como la programación de todo tipo de software; desde los 15 deben incursionar en la robótica y al finalizar la secundaria, tener la posibilidad de aplicar estas capacidades a cualquier área del conocimiento. Lo segundo, las empresas que ya hay, con exenciones tributarias o sin ellas, deben volcarse a la transformación digital y lo tercero es apostarle con todo a las industrias creativas y culturales, a las que nosotros denominamos “economía naranja”. Un gerente de verdad lo haría.

Ahora, ser naranja no es fácil. Entender la legislación no lo es y aplicarla menos. Algunos renuncian incluso sin haber empezado. Otros pierden la fe, como en el caso colombiano, por las dificultades reputacionales del gobierno y porque definitivamente no hay dinero para todo. Pues sí, aunque el dinero se necesita, un empresario que de verdad se digne y se precie de ser creativo, no puede rendirse al primer escollo. Debemos insistir en “ser naranjas”. Si para algunos es una política de gobierno, para otros es un modelo de vida.

Algunos hemos sido naranja siempre. A cada momento estamos desarrollando proyectos de industrias creativas. Hemos fracasado estruendosamente o silenciosamente, pero no nos rendimos. Tenemos la ventaja de que en este momento los gobiernos latinoamericanos se estén dando cuenta del potencial de las industrias creativas, pero ya lo éramos y es por eso que ahora debemos luchar y persistir. A pesar de todos los obstáculos y a pesar de que las condiciones económicas sean tan complejas y a pesar de que las normatividades no sean tan comprensibles, si sos naranja, no te rindás.

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