Es el momento del esfuerzo:
El fenómeno del dólar fuerte continuará por mucho tiempo y nos afectará a todos. Por muy sutil que sea la Reserva Federal de Estados Unidos, sus tasas de interés subirán con las consecuencias derivadas que esto tiene en el mundo de papel que son las economías y los movimientos bursátiles, y es la gente de la calle la que sufrirá.
Aunque ya se siente el impacto de la subida del dólar en la canasta familiar, todavía falta un trecho por recorrer y veremos nuestras monedas nacionales devaluarse todavía más, entre un doce y un quince por ciento en el 2016, encareciendo los productos y haciendo que muchas familias empiecen, de nuevo, a aguantar hambre en un franco retroceso de los objetivos del milenio, que de por sí ya habíamos incumplido.
No hay medidas fáciles para tomar, pues por un lado está el atraso tan significativo en el nivel tecnológico y por el otro está el alto grado de incultura en el comportamiento social y empresarial que maneja nuestra gente, en todos los sentidos.
Sin embargo, parte de alivianar un poco el problema de que a la población sí le alcance para mercar está en mirar otra vez hacia adentro, y aunque no es un esquema tal como “sustitución de importaciones”, sí debemos fortalecer la producción interna. No se trata de la balanza comercial, se trata de “aguantar” la calidad de vida y protegerla del deterioro que viene.
Nuestro modelo empresarial de enfoque en la comercialización hace que las rentabilidades y los recursos se vayan para el exterior. Cuando fortalecemos la producción interna se crea un círculo económico que puede ser sostenible, pues los consumidores del uno son los empleados del otro y el dinero se queda aquí.
También implica que debemos privilegiar y apoyar el tejido industrial, manufacturero y agrícola, tanto de las empresas que ya existen como de los nuevos emprendimientos. En esto es el gobierno el que debe estar al frente con hechos, no con discursos, que no digan “vamos a hacer” sino “hicimos”. Y los empresarios tenemos un papel decisivo: aun si las rentabilidades no son las deseadas, debemos elegir lo nacional, por su puesto, presionando para que también sea competitivo.
Van a ser días duros pero los podremos soportar si tomamos las decisiones correctas. Le invito a llevar un indicador de que las cosas van mal, contando el número de marchas y huelgas, diferentes a las tradicionales, que empezaremos a tener en el transcurso del año. Por eso, por ahora la alternativa es una: fortalecer y consumir lo de nuestro propio territorio.