Revista 15

En Colombia, la ministra de comercio, lamenta la incompetencia:

No quiero referirme por respeto a mis colegas en los mismos términos que utilizó la ministra. Yo sé además que ella lo hizo de buena fe. Si quiero en cambio dar un parte de “mea culpa” por lo que ha sido la historia del proceso empresarial en América Latina.

La verdad es que quienes manejaron siempre las grandes empresas fueron personas de un alto nivel de formación y aunque el abuelo haya sido un campesino, los nietos y bisnietos asistieron a la universidad y estudiaron en el extranjero, en el circunloquio familiar que han sido por mucho tiempo nuestras organizaciones empresariales. Los otros, los de a pie, que quisimos convertirnos en empresarios, lo hicimos a ojo, improvisando y apostando, en un gran desperdicio de recursos de todo tipo y permaneciendo hasta hoy, muy lejos de lo que significa la competitividad real.

Me doy cuenta de que los gobiernos en los diferentes países, desde México hasta Argentina le han apostado al emprendimiento como una manera de superar las desigualdades. Sin embargo, a pesar del trabajo de las instituciones como las Cámaras de Comercio, aquellos empresarios que ya están en el juego, no cuentan con el nivel suficiente para producir la riqueza que nuestros negocios son capaces de producir.

Hemos creado organizaciones empresariales de subsistencia que manejamos como nos va pareciendo y con una total ausencia de rigurosidad científica empresarial. Aunque algunos pocos si escuchan y se matriculan en programas municipales de productividad, lo que he escuchado de otros son expresiones como esta: “si se quiere quebrar contrate a un asesor” y me doy cuenta de que tienen razón, incluso a los asesores les falta nivel.

A riesgo de volverme reiterativo, siento vergüenza cuando una ministra reconoce públicamente que la gran mayoría de los líderes de empresa son realmente incompetentes, porque eso hace a un país incompetente.

Los empresarios debemos acudir todavía más a donde está el conocimiento. No negarnos a aprender y no meter nuestras cabezas en la empresa como si fuésemos un avestruz. Es hora de invertir tiempo yendo donde quienes saben y no importa si no están en el país, ya este mundo es globalizado y podemos acceder al conocimiento donde se encuentre. Abandonemos el miedo y aprendamos a jugar como se debe, con las reglas globales, al principio será mucho esfuerzo, pero nuestras billeteras después lo agradecerán.

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