Cuando le comenté a un gerente de una compañía, amigo mío, sobre mi interés acerca de los Estudios de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, me dijo: “y por qué no estudia mejor algo que sirva”. Me quedé con la duda si es que su posición era arrogantemente ignorante, aunque siendo el que es, lo dudo, o sabe algo que yo no.
Le miré y respiré profundo. Dada la relación de constante “combate intelectual” que hemos tenido durante años, logro percibir que su idea es azuzarme para que le diga algo que desea saber. Esa ha sido la manera como nos hemos compartido los aprendizajes durante todo este tiempo. Quise entonces explicarle lo que estaba haciendo. Obviamente, debo partir desde mi visión contextual. Yo soy un comunicador social – periodista de la Universidad de Antioquia, lo que confluye en tres miradas diferentes: la del comunicador quien observa las diferentes formas de intercambio y puesta en común entre los sistemas, la social, quien intenta comprender los diferentes fenómenos y actores de la sociedad y sus desarrollos, y la del periodista, predispuesto a la divulgación a partir de los dos elementos anteriores.
Puedo decir desde mi visión parcializada – le dije adoptando un aire de sabihondo sin fondo que se me da muy bien – que los Estudios CTS, son una especie de “Periodismo científico investigativo de profundidad y opinión, que se ocupa de la observación y el análisis de las múltiples y multilaterales relaciones entre tres sistemas complejos y multiformes: la ciencia, la tecnología y la sociedad, y que como resultado busca brindar comprensión, diseñar política o establecer crítica sobre esa mutua afectación”. Involucra al público como un actor participante en la comprensión de métodos de trabajo de CYT, su historia, errores y aciertos. Se dará cuenta de la posición subjetiva al utilizar la palabra “profundidad”, pues la uso como un adjetivo diferencial que además contempla intrínseco un método. Dada mi formación como marketero (persona dedicada al mercadeo), para mí es muy delicado el uso de la palabra “Estudio”, que para nosotros es muy diferente de “exploración”, de “sondeo” o de “análisis” y precisamente, por eso, la palabra “Estudio” es un indicativo de “profundidad”.
¡Ah! Pero tú eres más básico que eso – me dijo burlándose de mí –. Está bien, continué. Partiré desde mis cuatro mundos. – Ya antes habíamos tenido una discusión sobre el tema –. Recuerda que vivimos en un mundo real, uno ficticio, otro de la fantasía y otro de la teoría. Lo fascinante de los Estudios CTS es que me permiten estar en los cuatro a la vez.
En el mundo real conceptualizamos lo que de mala manera denomino “experimentalmente fáctico”, pero en realidad es para decir que en el ubico al planeta, a la naturaleza y la existencia del hombre en cuanto a su posición animal y función de depredador, esto desde la biología funcionalista. En este punto tuvimos una discusión pues de manera “natural” no le encontramos una justificación a la presencia del hombre en el escenario “natural”. No obstante, establecimos que lo interesante de este “reduccionismo” es registrar la necesidad de consumo y protección física del “animal humano” como fuente de una gran cantidad de sus comportamientos”. Al mundo ficticio pertenecen las construcciones humanas que determinan la vida de los sujetos: la sociedad como conglomerado humano y sus derivados: el Estado y la economía, las fronteras y, como ya lo habrá conjeturado, la ciencia y la tecnología. Es decir, en este mundo se ubica todo aquello que no es intrínsecamente natural. Como habrá entendido este mundo es el centro del sistema. Utilizo el término ficticio a falta de una mejor palabra pero no se refiere a lo que no existe, sino que por el contrario, existe en un escenario creado, un mundo “materializado” y en cierto modo “irreversible”. Me gusta llamar a este mundo “ficticio” por el concepto de una ficción es un evento conceptual y la mayoría de sus elementos son intangibles, aunque reconozco que lo más acertado será llamarlo mundo “artificial”, no obstante, esto implicaría una idea más material y tangible.
El mundo de la fantasía es un apartado del anterior y lo hacemos procedimentalmente para hacer énfasis en creaciones humanas intangibles: la religión, los mitos y las leyendas, la política, las leyes y los paradigmas, la ética y las moralidades. Un mundo que desea ser inmutable pero su esencia es estar en constante cambio y redefinición.
El mundo teórico es transversal a los anteriores. Aunque no es exclusivo de la ciencia, podría decir que es donde la ciencia nace. Establecemos en este mundo el pensamiento y las inquietudes de los sujetos orientados a descubrir, desentrañar, organizar y sistematizar los conocimientos y teorías obtenidos a través de la investigación y la experimentación sobre cualquier campo. Es un mundo fascinante que nace de las preguntas del “por qué” y el “cómo» aunque en ocasiones falla en determinar el “para qué”.
Es desde la intersección del permanente intercambio donde me ubico para iniciar el análisis de lo que significan los Estudios en CTS, y con la prerrogativa proveniente de mi propio estructuralismo funcional – sí, también puede ser individual – que me dispongo al empirismo como un método de actuación, sin denigrar de la especulación teórica. Es simplemente una posición de principio.
De la web: https://quesignificado.com/ciencia-y-tecnologia/ de Mónica Porporatto | 21 julio, 2015, tomamos el siguiente texto:
“La ciencia es una actividad social de carácter complejo y multidimensional, a través de la que se adquieren conocimientos que adoptan formas particulares vinculados al desarrollo de la tecnología.
La ciencia está ligada al contexto cultural socio histórico, ya que forma parte del patrimonio cultural de una sociedad.
Galileo Galilei estableció los principios de objetividad del conocimiento científico, basado en el método experimental, planteando la observación empírica como método fundamental de la investigación científica, y las fórmulas matemáticas para expresar las leyes de la física.
El método científico se basa en la observación de los hechos para determinar las leyes que los rigen, la formulación de hipótesis (respuestas tentativas) para explicar lo observado y la comprobación de las hipótesis a través de la experimentación y análisis.
La tecnología nace cuando la ciencia y las técnicas empíricas se vinculan dando comienzo a la sistematización de los métodos de producción, en un marco socio cultural y económico.
La tecnología deviene de la observación de los problemas de la sociedad y la búsqueda de soluciones en relación con la estructura social, económica y cultural del medio. Es decir que su interés son las necesidades sociales en todos los campos, en complementariedad con el saber científico.
La ciencia y la tecnología son diferentes, puesto que la primera avanza en la explicación de los por qué de los fenómenos; y la otra lo hace en torno a la innovación o invención de objetos, procesos, productos y métodos.”
Si bien esta redacción logra ser bastante básica y por lo mismo tiene sus debilidades, puede establecer la idea de que la tecnología no es linealmente un producto del conocimiento científico aplicado, aunque en sí misma la tecnología tenga ciencia involucrada y que para el desarrollo de la ciencia tenga en sí misma tecnología involucrada. Este es un criterio que se vuelve fundamental en el análisis de las prácticas científicas y de las prácticas tecnológicas. Y todavía así, tanto ciencia como tecnología son denominaciones que describen la dinámica dentro de un sistema de transformación y de múltiples transformaciones. Cada una en su propio escenario.
¿Y dónde queda la sociedad? ¿Puede hacerse ciencia y/o tecnología sin sociedad? Siendo los tres productos humanos, no se concibe, por ahora, su producción sin humanos.
En ese sentido, durante mucho tiempo la sociedad le extendió a la producción científica y a la producción tecnológica, lo que se llamó un “cheque en blanco”, que traía consigo la idea de que ambos podían operar, al menos desde el simbolismo, por fuera de la sociedad sin las cargas éticas y morales que implican el ser parte de la sociedad. Una idea que se cae por su propio peso al no poder extraer a los sujetos de los requerimientos sociales. La idea del genio que operaba fuera del sistema, incluso se convirtió en un paradigma de lo que la producción científica y/o tecnológica significaba para la sociedad.
Fue después de las guerras y de la comprobación de que la ciencia y la tecnología eran partícipes y podrían ser, o eran y son de hecho, el factor determinante que permiten ganar cualquier tipo de guerra, que empezó a pensarse en que debía existir algún tipo de control institucional en el sistema CYT y por ende, derivase en un control social que además estuviese atento a la mutua afectación. El mundo teórico, mundo de la fantasía y mundo ficticio, que además de tener impactos entre sí, generan graves deterioros y desequilibrios en el mundo real.
Pero ese requerimiento posguerra no se generó de la misma manera en todo el mundo. Norteamérica lo tomó de una manera y Europa lo tomó de otra y ambas influyeron en la manera como se concibió en Latinoamérica. Cuando se realiza la pregunta si los Estudios CTS son un campo o un movimiento, y se logra vislumbrar que tiene un objeto de estudio definido que es “observación y el análisis de las múltiples y multilaterales relaciones entre tres sistemas complejos y multiformes” o sea que su foco está en la “relación” en sí misma y no sobre la ciencia o la tecnología o la sociedad. Esto no implica que no hayan “estudios sobre ciencia”, “estudios sobre tecnología” o “estudios sobre la sociedad”, pero no serían estrictamente Estudios CTS.
Implica también que cada escenario de generación de conocimiento CTS, asumió desde una perspectiva distinta el análisis de esta relación. Unos desde la ciencia, otros desde la tecnología y otros desde la sociedad, dándoles diferentes pesos conceptuales a los tres sistemas. Como se puede inferir de las lecturas provenientes de cada lado. Puede observarse que esta es una afirmación subjetiva que después veremos si vale la pena entrar en comprobación, es simplemente mi percepción.
La estructura mental del ciudadano norteamericano de los cincuentas no es la misma de su contemporáneo europeo. En esa década Estados Unidos era el centro del mundo, mientras que Europa se curaba las heridas. Esa sensación de “dueños del mundo” que tenía el ciudadano americano, obviamente, además de las razones económicas y políticas, fue la que llevó a Estados Unidos a inmiscuirse primero en la Guerra de Corea 25 jun. 1950 – 27 jul. 1953 y a generar internamente múltiples movimientos contestatarios durante la casi que inmediata Guerra de Vietnam 1 nov. 1955 – 30 abr. 1975, esto sumado a lo que nuestra izquierda llama “discurso imperialista” y lo que en realidad era “propaganda nacionalista” produjo un ciudadano americano que como individuo se sentía dotado de poder y capacidad de disentimiento, iniciando por su misma constitución y sus leyes. Alguien podría discutir que son así desde sus guerras independentistas y como resultado de su guerra civil, pero no sería tan relevante. Lo que interesa es un modelo de comportamiento individual que se manifiesta en la toma de decisiones de consumo y en este caso de pensamiento.
Diferente, por supuesto del ciudadano europeo que definitivamente no se sentía “dueño del mundo” aunque sí se sentía “superior” dada su trayectoria histórica, política y social. Es decir, el ciudadano europeo se sentía “culto” por el hecho de ser europeo, y de hecho, esto tiene sus implicaciones en sus modelos de comportamiento. Muchos de los modelos de pensamiento, de los modelos sociales y políticos tienen su origen en Europa y los ciudadanos son conscientes de su historia y de la trascendencia de su cultura que además representa en los diferentes países el “orgullo nacional”.
Por supuesto, sabemos que ninguna de las posiciones hace parte del mundo de la realidad lo que dificulta su comprobación desde la ciencia social y no tienen por qué serlo. Esa es la magia del mundo de la ficción y del mundo de la fantasía, basta con que las personas, desde sus “inconscientes colectivos” lo crean.
Se puede plantear como hipótesis que esta sea una de las razones por la cual en Estados Unidos los Estudios CTS, lleven implícitos la labor empírico-científica lo cual significa un mayor énfasis en el trabajo de campo del investigador, por una parte, y la proliferación de grupos sociales contestatarios en pro y en contra del sistema CYT. Mientras que, por otro lado, en Europa, la posición es más desde el análisis, el pensamiento y la crítica, lo que retrasó la creación de los movimientos sociales que aparecieron de manera tímida en comparación con Norteamérica.
En Latinoamérica se recibieron influencias de uno y otro lado, desde mi percepción, recibiéndose lo europeo desde Argentina y lo Norteamericano desde Brasil, sin que ni uno y otro se mantuviera inmaculado, sobre todo porque en un principio no se definieron límites conceptuales y porque su dedicación era hacia el diseño de política.
Sin que fuese tan evidente en los años 60 y 70, ya se manifestaba que Estados Unidos estaba determinado como productor de capitales, bienes y servicios, aunque estos últimos después se desplazaron para Asia, y Europa era productora de pensamiento, algunos bienes y algunos servicios. Por su parte, Latinoamérica se determinó como una sociedad receptora y consumidora y productora de materias primas no agrarias. Esta circunstancia determinó también las estructuras mentales y de comportamiento del ciudadano del común, a la vez que implica en su nivel educacional y de pobreza.
Es en este modelo de mundo socioeconómico de relaciones de poder en el cual se diseñan desde políticas educativas hasta las políticas económicas, privilegiando las posibilidades de absorción de CYT y limitando las incipientes propuestas de creación. De allí que nacieran los procesos de transferencia, adopción y adaptación de CYT más no de desarrollo. De ahí que constantemente se hable del enorme atraso en CYT, como si se tratara de un proceso lineal. Es en medio de este escenario cuando se inicia la creación de entidades vinculados por sus características más no articuladas a un sistema de CYT y se generan desde centros de investigación hasta programas universitarios, todo esto a pesar de las circunstancias sociopolíticas tales como gobiernos totalitaristas o situaciones de violencia y de pobreza generalizada. Lo que de por sí genera la duda sobre la participación del ciudadano y más bien existe una participación social, llamémosle indirecta, proveniente de algunas personas élite de la academia o de la política, quedando en deuda el sector empresarial.
Esa representación indirecta se mantiene hoy, aun cuando los empresarios cuentan con sus representantes en las organizaciones dedicadas a pensar la competitividad, los clústeres, los comités de universidad, empresa y Estado, aunque directamente se trate de gobierno y no de Estado. El ciudadano de a pie no está educado para la participación y su condición está pensada desde la producción fabril, aunque sean pocas las fábricas. No es un ciudadano educado para pensar. Todavía así, como fruto de las nuevas tecnologías y la economía globalizada, se han suscitado indicios, aunque incipientes, de participación social. Tenemos jugadores individuales que se han insertado en el sistema mundial de CYT y existe la naciente idea de la producción propia.
Lo que nos lleva a cuestionarnos la posición desarrollista lineal acerca de que entre más ciencia y más tecnología se manifestarán en mayor bienestar para la sociedad. Se ha discutido hasta el exceso manifestando que esto no es así y que no es tan fácil. No es una conversación terminada de dar. Aunque mi orientación está definida hacia la investigación, estoy convencido de que la variable educación cambiará el panorama. De hecho, sería filosóficamente contradictorio afirmar que la educación en ciencia y tecnología no traería mayor bienestar para la sociedad. Tengo la hipótesis, y el tiempo dirá si la desarrollo o no, de que esta educación no se está aplicando en el lugar correcto. Desde mi perspectiva, aún pendiente por cualificar, si se quiere transformar a una sociedad, se deben trabajar, primero, tres actores simultáneamente: los empresarios, los niños y las mujeres. No quiero decir con esto que los demás actores no sean importantes, es un tema de orden estratégico.
Cualificar a los empresarios en CYT, como requisito para crear empresa, modificaría el escenario económico. Cualificar a los niños en competencias básicas para la producción de CYT, prepararía realmente los escenarios para la competitividad, por eso soy partidario del modelo STEM es el acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) – Wikipedia – por supuesto desarraigando los fenómenos politiqueros. Y cualificar a las mujeres es construir un modelo social de comportamiento que se proyecta a partir de ellas, teniendo en cuenta su potencial de desarrollo como sujetos de transformación y cambio. En este sentido, me resisto – solo un poco – a un modelo de Estudios CTS desde la perspectiva del observador y crítico y me matriculo, con todas sus deficiencias en un modelo de Estudios CTS, desde el empirismo científico como promotor de un desarrollismo multilateral y no lineal.
Mi amigo me miró. – Quisiera ver como educas a los empresarios, teniendo en cuenta que nuestros empresarios están demasiado lejos de ser de talla mundial, sobre todo los de la micro, pequeña e incluso la mediana empresa -. Ya bastante atrasados estamos en esto de la tecnología, tu y yo somos unos dinosaurios tratando de usar un par de neuronas. Hay muchos empresarios a quienes les costará cambiar de paradigma. No sé, será una tarea ardua.
Bueno – contesté – tengo para divertirme el resto de mi vida.
Wilson Garzón Morales
Bibliografía:
o García Palacios et al., Capítulo 4: “¿Qué es Ciencia, Tecnología y Sociedad?”
o Osorio Marulanda, “Algunas orientaciones sobre la construcción de los estudios en ciencia, tecnología y sociedad”
o Jiménez Becerra, “Origen, desarrollo de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad y su perspectiva en América Latina”
o Vaccarezza, “Ciencia, Tecnología y Sociedad: el estado de la cuestión en América Latina” o Dagnino, Thomas y Davyt, “El pensamiento en ciencia, tecnología y sociedad en Latinoamérica: una interpretación política de su trayectoria”