¿Productor campesino o empresario rural?
Por supuesto, usted comprenderá que el sentido de hacer esta pregunta es porque debemos empezar a clarificar el concepto. En un tiempo, que lamentablemente no ha terminado, que desde las instituciones del Estado, las ONG´s y otros organismos tenían como prerrogativa en sus procesos de formación en la ruralidad, que la transferencia de conocimiento se debía hacer lo más simple posible, “bajar el conocimiento”, al nivel de las “personas simples del campo”; esta expresión la escuché hace poco en boca de un técnico de asesoramiento rural y para mí fue una afrenta.
Entiendo el sentido de facilitar el proceso de aprendizaje, pero mediante “actos y dinámicas de entretenimiento y reflexión” se pueden enseñar elementos intangibles de la vida, pero los conceptos complejos de cómo se mueve el mundo y en especial el dinero no pueden ser enseñados con la simple lúdica, aunque reconozco que en el caso de lo que quiero explicar que es la gerencia y el comercio sí se reduce todo a un juego de complejidades.
No podemos seguir insultando a las comunidades con simplicidades, el futuro del sector rural, del campo en América Latina está cifrado en el proceso de transformar a un “productor campesino” en un “empresario rural” ambos conceptos son tan diferentes como el cielo a la tierra.
Lo peor de todo es que metemos a los campesinos en cuentos que tratan de reflejar algunas tendencias en el mundo, sin realizar un verdadero estudio de factibilidad comercial. Por ejemplo, en Colombia y en Antioquia, en cada comunidad cafetera que se visita están trabajando en cafés especiales y en el desarrollo de “marcas propias” tendencias promovidas por el Estado, en un país de pocas exportaciones directas de café por parte de los empresarios y con un consumo interno insipiente pues la gran paradoja es que siendo un gran productor de café, sus gentes, los habitantes de las ciudades, no saben nada de él. El mercado en supremamente reducido. ¿Qué van a hacer en el país con cientos de marcas de café provenientes de las esperanzas de las comunidades? Por casos como estos es que el ciudadano deja de creer en sus instituciones.
Es momento de ponernos serios en la formación de verdaderos empresarios rurales, con capacidad estratégica comercial, para que los intermediarios no los sigan explotando aprovechándose de su ignorancia empresarial. En esto debemos aportar quienes tenemos empresas y tenemos la experiencia, pues también he encontrado “jóvenes técnicos” que salen a repetir un libro sin haber tenido la experiencia de “lidiar” con los procesos empresariales. Aunque la gerencia y el comercio en sí mismos son un juego, son juegos complejos y obligatorios para todo aquel de desee generar riqueza. Por eso a nuestros productores campesinos es necesario enseñarles a “jugar en serio”.