Eduquemos en Estilo
Me senté en una cafetería de un centro comercial y noté que a mi lado, casi encima, había cuatro mujeres con cara de enojadas y hablaban en un volumen alto. Una de ellas estaba estrenando un pantalón jean que le habían regalado por su cumpleaños, muy bonito y se le había roto. ¡Se puede cambiar, sí! Pero ese es un desgaste de tiempo y emociones que no deberíamos tener – dijo una. Luego otra recordó haber comprado un bolso de cuero de una cadena de almacenes con un apellido muy prestante y también le había salido defectuoso. Y como ese, salieron varios ejemplos. Hasta que finalmente una de ellas concluyó: “Es que definitivamente compramos por bonito pero no sabemos nada de los productos y por eso nos ven la cara de idiotas y nos meten cualquier cosa”.
Mientras me sirven el café, me puse a reflexionar sobre el mercado de la moda y de la belleza y como sus estructuras comerciales se ven constantemente erosionadas por productos de mala calidad, falsificaciones y por el contrabando, pues existen dos variables: una es el factor precio y la otra es el desconocimiento profundo que los clientes, consumidores finales, tienen sobre lo que compran.
En este caso, correspondería específicamente a las empresas de productos de moda y de productos de belleza, educar a ese cliente, enseñarles parámetros y criterios de estilo y de calidad, de esa manera, sin importar el estrato socioeconómico que sea, los compradores podrán saber a ciencia cierta lo que están comprando y seguramente, muchos de ellos, decidirán comprar correctamente.
Además, ahora que en los últimos días he venido laborando con una academia de belleza y que me he untado y actualizado de criterios de estilismo, cuando salgo a la calle no he podido evitar mirar a las personas con ojos de asesor de imagen y definitivamente hace falta una educación generalizada sobre criterios de belleza para hombres y mujeres por igual.
Me comprometo a buscar la manera de culturizar al público en general y para eso, iré a tocar las puertas de las empresas de moda y de las casas cosméticas. Estoy seguro de que sí los clientes finales saben qué es lo que están comprando, el mercado de la moda y de la belleza podrían transformarse para bien.