Ciego, sordo y comerciante

La fábrica de zapatos es un poco más que un hueco en la pared en un cuarto piso del centro de la ciudad. Con las paredes sucias y el material regado por todas partes, el dueño a duras penas sabe enviar un correo electrónico, poca idea tiene de calidad y su única obsesión es vender a como dé lugar… y vende.

Es sólo cuestión de salir a la calle y ver el panorama. Quienes trabajamos en mercadeo tenemos la cabeza llena de estrategias maravillosas que requieren capital, requieren conocer al cliente, conocemos de técnicas de neuromarketing y qué decir de todo lo que sabemos de ventas, no obstante, sujetos como este, que vende para todo el país, que no invierte un peso en divulgación, que poco le importa la formalidad y que ni siquiera sabe el significado de las palabras ética y posicionamiento ni sabe de responsabilidad social, nos abofetean con sus resultados.

Es un sujeto, que se encuentra de pie en cualquier parte que usted fije la mirada. Se cuentan por miles y parecen reproducirse generación espontánea.

No tengo la menor duda que este tipo de perfil de empresario, el comerciante, si es que así se le puede llamar, es uno de los causantes del profundo deterioro social en el cual está sumido todo el planeta.

Y todavía así, me doy cuenta de que en realidad, quienes le hemos apostado al conocimiento, vivimos con cierta ceguera frente a esta realidad que existe.

Hace poco en una charla con comerciantes, me preguntaron sobre mi visión de hacia dónde va la tecnología. Sobre este tema, tengo claridad acerca de las cosas que van a suceder y los productos que se deben desarrollar. Un ejemplo de esto, es la película digital que se adhiere al cuerpo y lo que esto implica para los dispositivos móviles y para los dispositivos médicos.

Lo mismo puede decirse de la pronta desaparición del hardware como lo conocemos: desaparecerán los cables, desaparecerán las estructuras rígidas y habrá un mayor número de funcionalidades.

No hay que ser un genio para darse cuenta de que el automóvil se transformará y es muy posible que para 2030 sea necesario tener una administración de vías aéreas urbanas. Para 2050 nuestras vidas serán mucho más audiosensibles, fotosensibles y administradas por una inteligencia artificial.

Esto, si es que Trump o algún otro dictador no aprieta el botón rojo.

Ninguno de estos comerciantes se dio por enterado acerca del desarrollo de la tecnología ni de lo que expliqué sobre cómo esto afectará la economía y los negocios.

Literalmente, la mayoría no escuchaba, sólo los más jóvenes, millenials, estaban atentos.

Quise decirles que el reconocimiento facial va a ser una de las herramientas que en un par de años se va a imponer como un ayudaventas en los diferentes formatos de los almacenes, sumado al análisis de perfiles y psicometrías de consumo que se desarrollarán a partir de la inteligencia de Big Data.

Me miraron como si fuese un extraterrestre. Ellos simplemente querían saber qué más podrían hacer para vender más hoy, no querían escuchar nada más.

Por supuesto, la actividad fue muy buena y divertida. Trabajamos sobre tácticas de “neuroatención al cliente en el acto de servicio y venta”, una metodología que desarrollé desde el 2007. Últimamente he progresado en hacer mis talleres más lúdicos sin sacrificar la calidad del conocimiento que se transfiere. Lo que no es para nada fácil, por el consumo de tiempo. No obstante, nos hemos compartido buenos aprendizajes.

Es indudable que si bien las nuevas generaciones de empresarios y comerciantes traerán consigo un cambio de mentalidad. En la actualidad este personaje básico que se encuentra en las bases sociales seguirá primando por mucho tiempo y seguirán ganando una buena cantidad de dinero de manera prosaica. Lo grave de esto, es que las sociedades se construyen alrededor de su comercio. Así ha sido desde los orígenes de la civilización.

Nosotros somos los ciegos al pensar que es posible cambiar las prioridades de unas personas como estas.

Dese cuenta de que las empresas petroleras, con todo el conocimiento y el acceso a la tecnología que tienen, siguen perforando la tierra para ganar dinero, no porque el petróleo o la gasolina en realidad se necesiten, pues ya hace muchos años que superamos esa dependencia, aunque sea sólo ahora que nos empezamos a dar cuenta. Pero este tipo de personas no se van a desaparecer. Ellos son sordos a cualquier cosa que sea diferente a ganar dinero.

No son tan diferentes un petrolero y un vendedor de armas. Esto a propósito de la muerte de los estudiantes en La Florida y lo que sucedió en la masacre durante el concierto en Las Vegas. Las armas de los asesinos fueron compradas libremente porque algún comerciante se las vendió.

No quiero decir con esto que todos los empresarios y comerciantes sean asíEs sólo que esta gran mayoría hace mucha sombra. Le invito a que vaya a cualquier zona de comercio y se fije en la personalidad del dueño, lo que no es difícil, pues uno de sus criterios recurrentes es que ellos tienen que estar al frente de sus negocios “para que las cosas funcionen y los empleados no les roben”.

Y una vez conozca a este dueño, analice qué es lo que dice y cómo piensa. Si bien la gama de comportamientos es muy amplia, desde las personas más dulces hasta las más agresivas, encontrará que son más las cosas que tienen en común. Su estructura de prioridades y criterios para la toma de decisiones es muy similar. Claro, es absolutamente utópico decir que si quieres cambiar y mejorar a una sociedad, educa a sus mujeres y a sus comerciantes. En las mujeres tengo fe, con los comerciantes no será tan fácil ese cambio, pero ese, precisamente, es el esfuerzo que me comprometí a hacer.

Wilson Garzón Morales

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