¿Con quién trabajas? La realidad de las personas

Los proceso de selección se realizan bien, pues así están diseñados, sin embargo, no nos permiten ver la realidad de las personas, sus reales capacidades, talentos ni todo aquello adicional que los sujetos traen en su equipaje de aprendizajes. Es con el tiempo que nos sorprendemos.

El rescate: un relato empresarial

La quiebra estaba a la vuelta de la esquina. Su aventura de tres años prestando servicios de maquila, estaban por terminar. Doña Raquel se había retirado como directiva de una compañía de confecciones para montar su propio taller y durante algún tiempo las cosas fueron bien. Sin embargo, las condiciones del mercado cambiaron y de pronto dejó de ser competitiva. Se sentó y miró a las señoras que había contratado para sus treinta maquinas, si no hacía algo, ya no quedaría nada.

Ese día debería empezar con los despidos, su nómina no daría para más. Tenía las cartas listas. Sin embargo se detuvo. Hizo una cosa que no había planeado. Las reunió a todas y les expuso la situación.

No es normal que un gerente comparta tanto con sus empleados. En este caso, doña Raquel no aguantó más y delante de ellas sus lágrimas brotaron como un torrente. Ella había hecho todo lo posible. Se jugó todas las cartas que tenía y nada había funcionado. Por supuesto, las señoras se conmovieron. Ella había sido una buena jefe.

¿Y por qué no hacemos nuestro propio producto? Hay materia prima. Dijo una de las señoras. Sacar un producto propio no es tan fácil. Mi sobrino es un buen vendedor, él ya ha trabajado vendiendo confecciones y tiene buenos clientes en las correrías que hace.

Sin embargo, dijo la gerente, no hemos diseñado, a nosotros todo nos lo traen, no tenemos nada que nos diferencie y tendríamos que mantener muy baja la estructura de costos y ya estamos muy cerca de la iliquidez. Pensó que las señoras no entenderían lo que les estaba diciendo.

No obstante una de ellas le contestó: doña Raquel, la diferenciación en la moda es muy subjetiva, nosotras podemos hacerlo.

Una de ellas tenía nociones de diseño. Su sueño había sido ser modista y aunque no había estudiado formalmente, en su casa, junto a su madre y a su abuela, habían diseñado y producido la ropa de todos los de la familia.

Otra más dijo que algo había aprendido de patronaje. Un grupo de señoras, las de mayor edad, manifestaron que ellas tenían mucha experiencia bordando y que sabían mucho del tema. Eso parecía un plan.

El sobrino de la señora les dio información sobre el tipo de ropa que se estaba vendiendo y a qué precios. Eso le permitió a la gerente hacer un cálculo de costos y ver que con ciertos ajustes, la empresa podría sacar sus productos propios.

Durante la primera semana se doblaron los esfuerzos. Dos de las señoras no quisieron participar y se fueron. Las demás se matricularon en un sueño. Cumplieron con los pocos pedidos de maquila que aún tenían y se sembraron a desarrollar.

Ese día el sobrino vendedor le dijo a doña Raquel que un grupo de clientes potenciales de otra región estarían en la ciudad en dos semanas y que querían ver un portafolio de productos. Eso fue objeto de otra reunión. Una de las señoras tuvo una idea loca: ¡hagamos un desfile!

¿Un desfile? ¿En el taller? O ¿En dónde? Debería ser en el taller, no había presupuesto para más. Algunas jovencitas familiares de las señoras serían las modelos. Algunos manteles bordados cubrirían algunas mesas de trabajo. Una señora y su esposo harían un show. Ella canta música popular, tradicional, rancheras y baladas y junto a su esposo tocan la guitarra.

Todo se dio y los contratos llegaron. Doña Raquel se detuvo a pensar en ese nuevo rumbo y llegó a una conclusión. Los gerentes no conocemos a nuestra gente.  De verdad, no sabía con quién trabajaba.

Inventario de talentos

Casos como éste, que dio origen a una de las compañías de bordado del país, parecieran salidos de la imaginación. Una de las reflexiones que hacíamos en nuestro grupo de discusión sobre gestión humana es que en realidad la gente es maravillosa, sólo que las compañías no les brindamos ni la oportunidad ni el espacio para serlo.

Son muchas las competencias que los individuos tienen, que como no han hecho parte del diseño funcional del cargo, a veces, ni siquiera nos preocupamos por preguntar. Conozco casos como la secretaria que además de su técnica secretarial, también era una apasionada por la cocina gourmet, no lo había estudiado y todavía así, era muy talentosa en la cocina. A ella la encontré en un proceso de capacitación en servicio al cliente en una compañía y hablamos de seguir su sueño. Gracias a Dios lo hizo, pues hoy dirige la cocina de un reconocido restaurante y está feliz.

Vendedores que además son diseñadores gráficos. Mensajeros que cantan. Auxiliares que son artistas y escritores. Todo esto nos indica que si bien las compañías tienen funciones y focos de producción muy concretos, en realidad, estamos desperdiciando lo mejor de la gente y simplemente no los dejamos ser.

He llegado a pensar que esos talentos que van más allá de la tarea podrían ser un criterio de selección del personal. Sin exagerar, pues también conocí a la compañía que seleccionaba a su personal masculino porque sabían jugar futbol, independiente de la tarea que fuese a realizar el sujeto. Es importante, entonces, que quienes se encargan de la gestión del talento humano, hagan eso precisamente, gestionen el talento humano e inicien, desde el proceso de selección, si es posible, con un inventario de talentos que vayan más allá de la función del cargo.

Wilson Garzón Morales

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