En la formación de vendedores tenemos la clásica fórmula AIDA, atención, interés, deseo y acción. Es básica y también aplica para la publicidad, a todos nos las han enseñado.
En cierta ocasión un cliente de una de las agencias en un almuerzo de trabajo me pregunta por qué razón él debe pagarles un montón de dinero a unos publicistas para que le entreguen los mismos diseños que le entregaría un diseñador gráfico.
De suerte esa discusión ya la habíamos hecho en una reunión sobre estrategia en la agencia. Lo cierto es que muchas de las agencias que dicen llamarse publicitarias lo único que le están entregando a los clientes son “bellezas improductivas” y se excusan al decir que la venta no es una obligación de ninguna agencia publicitaria, lo que ya mencioné no estoy de acuerdo.
Como muy bien lo dijo Tom Himpe, ese tipo de publicidad ya se murió, sin embargo, la actividad de la agencia es parte de ese proceso comercial, la publicidad debe generar interés, debe crear los ideales de consumo y debe generar tráfico hacia el producto o servicio, de lo contrario será dinero mal invertido.
Esa fue mi respuesta para este cliente, quien no satisfecho me preguntó: ¿y cómo lo hacen?
Un diseñador gráfico, por bueno que éste sea, no cuenta con las herramientas para conseguir lo que se consigue trabajando con una agencia de publicidad profesional y esto es la capacidad de crear un universo ideal en la cabeza de los clientes.
Por supuesto, esto es el fruto de la perfecta coordinación de un ecosistema con siete elementos que funcionan como una armonía, que en conjunto con la capacidad de respuesta de la empresa forman un todo.
Esos elementos son el mercadeo, la comunicación, las relaciones públicas, la publicidad, la logística, el servicio al cliente y la venta. Es todo un ecosistema simbiótico que debe funcionar perfectamente.
Es en este punto donde se vuelve importante que se logre diseñar desde los mismos productos y servicios, la comunicación corporativa y la comunicación comercial de tal manera que sea absolutamente impactante para el mercado objetivo de la empresa. Es por esa razón que se debe diseñar para un sólo perfil.
Con esto se cubren tres perfiles por la configuración de los “triángulos de personalidad” y se evitará la molestia de desperdiciar dinero en sujetos que nunca serán los clientes de esta empresa.
La tarea es diseñar las características de toda la comunicación en perfecta concordancia con las características de la persona, entre más diferente sea más costoso es el posicionamiento y menores serán los resultados.
Y aun cuando estos productos y servicios se hayan diseñado para ese perfil, se debe construir un flujo de información coherente que refuerce permanentemente el mensaje de la empresa en sus relaciones con los clientes.
Por eso tampoco la publicidad es una cosa de momentos, de una sola campaña o de unas piezas.
Es necesario mantener el conjunto de estrategias de comunicación comercial de modo que el contacto con el cliente su semejanza e impacto en la emocionalidad sean permanentes. Por esa misma razón se debe cuidar el a quién se comunica, qué se comunica, el cómo, el cuándo, el dónde. El por qué y el para qué. El cuidado sobre estos aspectos es la tarea continua de la agencia de publicidad.
Wilson Garzón Morales