El miedo y la incertidumbre:
La gerencia siempre ha sido solitaria. En nuestro proceso de tomar decisiones al final siempre estamos solos y la incertidumbre siempre ha sido nuestra compañera. Aunque tratemos de disimularlo, cada decisión que tomamos lo hacemos bajo la sospecha del costo de oportunidad y eso nos asusta. Pero hasta ahora no habíamos experimentado realmente el miedo.
Para iniciar, he sido asaltado otra vez en mi buena fe. Parece ser que cada cinco años se me olvidan las reglas gerenciales del manejo del dinero y entro en un período idiota en el que simplemente alguien me roba de frente y sin vergüenza. Todavía así, eso me sucedido varias veces y de todas maneras me he levantado. Esta vez no se ve cómo voy a hacerlo. Ya estoy sin colaboradores, pues lamentablemente, pertenecemos a ese punto ciego que tiene el Estado: los profesionales independientes de clase media. En nuestro caso, los coach, entrenadores, abogados, psicólogos, contadores, periodistas y diseñadores freelance, que, aunque pagamos costosas universidades, nuestra situación no es diferente a la de los vendedores ambulantes. Vivimos del diario.
Por otro lado, está la emergencia sanitaria. Aunque soy partidario de la apertura, eso tiene sus implicaciones. Literalmente, la sociedad está renunciando a sus viejos y a sus enfermos incluyendo a quienes han tenido cualquier tipo de adicción. Yo mismo cumplo con todos los factores de riesgo y hasta mi tipo de sangre es la más propensa a contraer el virus y con la indisciplina social, la pregunta no es si me voy a contagiar sino cuándo. Nos acostumbramos a ver la muerte como una circunstancia lejana que en cualquier momento nos sorprende, pero ahora las probabilidades de que muramos en el corto plazo son muy altas y los empresarios sabemos de probabilidades.
También, entiendo el sentimiento de los millones de empresarios latinos que en esta funesta época han tenido que cerrar sus empresas o despedir a sus empleados. Estamos en un momento oscuro y aunque muchos se esfuerzan en reinventarse y hacer mucho ruido, nos damos cuenta de que realmente es poco lo que podemos hacer frente a esta nueva realidad. Es el inicio de un periodo de gran recesión y nos está derribando. Sabemos que serán tiempos duros de desasosiego y desesperación. Además, igualmente, nos damos cuenta de que el apoyo del gobierno y del sistema financiero en un escenario como el nuestro, es mero discurso. Los emprendimientos y, por ende, la Pyme, son más el resultado de la informalidad y el desempleo que del desarrollo de una capacidad nacional de producción, ciencia y tecnología.
Cuando pienso en todo esto me deprimo y me siento abatido, pero me pregunto, entonces ¿qué me queda? y allí comprendo que en realidad he sido una persona feliz. Aunque mi Asperger me lo dificulta, trato de llevarme bien con el mundo, me esfuerzo por ser buena gente y aportar, por eso llevo seis años haciendo esta revista. He escrito libros, he disfrutado de mi pasión que es la creatividad comercial y la innovación, aunque yo mismo no soy financieramente ni siquiera sostenible y en todos los bancos en los que aplicado por el crédito ofrecido por el gobierno me han descartado, mis ideas les han hecho ganar mucho dinero a mis clientes. Y todavía así, todo eso no significa nada, lo más importante lo vivo cada día cuando veo la sonrisa de mi hija y los ojos de mi esposa, dos maravillosas mujeres con las que fui bendecido.
El ser gerente nunca ha sido una tarea fácil. Ahora estamos viendo miles de empresas cerradas y millones de empleos perdidos y ni siquiera hemos tocado fondo. La pandemia apenas está empezando. Cuando nos cuentan que en la anterior de 1918 murieron 50 millones de personas y que duró un poco más de tres años, las cifras que tenemos ahora no son nada y aún así debemos sobrevivir y lograr que nuestras empresas permanezcan, pues nosotros somos los gerentes. Nosotros somos los empresarios. Pelear duras batallas es parte de nuestra naturaleza. No nos rendiremos y no caeremos. Nos adaptaremos. Fortaleceremos nuestra imaginación y aunque el miedo y la incertidumbre nos agobien ¡prevaleceremos!
G. M. Wilson
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