Revista 73

Nos gustan los retos grandes…

En una reunión con amigos concordábamos en que se viene el tiempo del aturdimiento, Las variables se están volviendo críticas. La combinación de las tendencias económicas y tecnológicas pondrá mucha presión sobre las empresas que se resistan a actualizarse y esto dejará a muchas por fuera del mercado. Esto también afectará la empleabilidad pues ya no se contratará a quien no cuente con un inglés mínimo de B2 y con competencias tecnológicas, y esto también dejará a mucha gente sin posibilidades de empleo. Es decir, tanto empresas como personas o se actualizan o su situación será cada vez más crítica. La problemática de esto es que antes todo se daba gradualmente pero ahora será tan rápido que quienes se nieguen a escuchar quedarán aturdidos.

Todavía así, estamos advertidos. El país se debe transformar y las cifras macroeconómicas deben empezar a decir la verdad. ¿De qué sirve tener un gran crecimiento económico en el papel cuando más de la mitad de la población está por debajo de la línea de la pobreza? ¿Qué pasa con el comercio cuando al 64 por ciento de la población sólo le alcanza para comer una vez al día? Y tenga en cuenta que el nuestro no es un país de productores, es un país de comerciantes donde el 88 por ciento del tejido empresarial está dedicado a la intermediación y a los servicios.

Los empresarios debemos recordar que un mercado es gente que cuenta con dinero para comprar y ese dinero proviene de los salarios que pagamos. Esto no sería tan problemático bajo otras circunstancias, no obstante, encontramos que un símbolo de la baja o muy poca capacidad de nuestros gerentes es cuando su estrategia está basada sobre el costo de la mano de obra directa y no sobre variables de inteligencia como lo son la generación de valor y la innovación. La baja calidad de muchos de nuestros gerentes obliga a que si se suben un poco los salarios, esto se traslade de inmediato al precio de los productos y servicios, disparando así la inflación. Esa ha sido nuestra historia económica.

Siendo tan complejas como son, la intermediación y la comercialización, son el camino fácil que nos podría hacer entrar en la peor crisis de la historia si no tomamos las medidas pertinentes. La primera de ellas es formar a la población en capacidades para el desarrollo tecnológico y en inglés, lo que significará convertir nuestras empresas en unidades educativas de choque aunque este no sea nuestro “core business”. Esto es algo para lo cual el sistema educativo no está preparado y, a muchas instituciones, tampoco les interesa, pero las empresas lo requerimos para nuestra competitividad y aunque el gobierno está ayudando, no es suficiente. La segunda es “reinventar” nuestras compañías introduciendo modelos de pensamiento tecnológico con criterios de escalabilidad.

El uso de la Inteligencia Artificial deberá ser intensivo. Toda compañía tiene la posibilidad de convertirse en una Smart Company con estándares mundiales. Esto no podrá ser un proceso, deberá ser un “click disruptivo” con todo lo que involucra. La tercera será introducir valor en un escenario tecnológico con el desarrollo de productos y servicios que se puedan comercializar en cualquier parte del mundo. Quizá esto sea lo más complejo cuando nuestros líderes empresariales quieren dedicarse a vender por centavos y no se toman el trabajo de pensar cómo generar verdadera riqueza.

Todavía así, nuestra población es una de las más creativas e inteligentes del planeta. Podemos hacerlo. La cuarta medida será darle un mayor valor a lo humano, a lo ético y a lo ambiental. Cuatro medidas con las que demostraremos que somos gerentes de verdad y no por accidente. Por supuesto, no será fácil si tenemos en cuenta que la primera “reinvención” deberá ser en la mente de nuestros dirigentes empresariales y eso será como “romper un iceberg con la cabeza”, pero ese es el primer indicador de la capacidad gerencial: nos gustan los retos grandes.

Wilson Garzón Morales

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