¿Y tú? ¿Quién te crees?

Es tiempo de volver a empezar, es tiempo de una reconstrucción de la realidad

Hace poco leí el letrero de una entidad del Estado que decía: Dirección de Cultura Ciudadana y aunque en su filosofía es un ente bien concebido, creo que su gestión debería ser mucho más importante en la ciudad, pues cultura, como ellos bien lo entienden no se circunscribe sólo a las artes, a la promoción de lectura o la promoción de expresiones pluriétnicas. Cultura incluye la construcción de una conciencia y una entidad comportamental colectiva que identifica a una comunidad y que dado el supuesto libre albedrío y el libre desarrollo de la personalidad, se ha desdibujado hasta el punto en el que no podemos definirnos como «pertenecientes» a un conglomerado urbano.

De ninguna manera podemos limitar la libre expresión de los sujetos ni la puesta de manifiesto de su identidad personal, sin embargo, la falta de definición un modelo de ciudadano y de cultura de ciudad, que no pueden ser consuetudinarios sino construidos.

Aunque suene a ambigüedad, debemos ser lo suficientemente auténticos y diferentes en nuestra identidad personal así como lo suficientemente homogéneos en nuestro comportamiento ciudadano.

El claro ejemplo es la “Cultura Metro” en Medellín.

Esa construcción de cultura ciudadana inicia por una pregunta: ¿Qué piensa un pueblo de sí mismo? Cuando las respuestas le dan estructura a un inconsciente colectivo, tenemos como resultado una identidad ciudadana, sin embargo, cuando las respuestas son tan disímiles nos encontramos ante una agrupación de personas que viven juntas pero que no representan una comunidad.

La identidad de un pueblo depende de su idea de verdad y de los mitos sociales a los cuales responde: las realidades subjetivas determinan los comportamientos individuales pero cuán conscientes somos de la necesidad de construir realidades colectivas.

Sí, me puede acusar de un poco retrograda y rousseauniano, incluso de maquiavélico, pero lo cierto es que en realidad la cultura ciudadana sí necesita dirección.

Cómo reconstruir el comportamiento urbano hacia una nueva identidad urbana. Aunque se podría manipular al ser humano, su volatilidad siempre lo encaminará al error.

Sin embargo es posible la educación profunda desde los modelos de pensamiento arquetípicos. Se le deben dar a los sujeto modelos reales e ideales a los cuales seguir. Hace algunos años esto era posible.

Algunos nos criamos viendo en televisión a la Liga de la Justicia, pero la generación posterior se crio con la imagen del narcotraficante que le compra cosas al pueblo, hace lo que quiere, tiene lo que quiere, las mujeres lo desean y las madres le rezan. Es obvio que tenemos algo que corregir.

Si tenemos en cuenta que la verdadera educación no es la escolaridad, sino que además de escolaridad son los valores, los modales y la capacidad de producir dinero desde la ética y la legalidad, debemos crear un escenario donde los sueños sean posibles mediante la imitación de modelos de vida acordes con el discurso de un modo de vida mejor. No es lo que sucede.

Los sociólogos y psicólogos conservadores ya nos lo han dicho hasta la saciedad: el secreto está en una acción que para nada es ideal pero que en la práctica mueve al mundo: no le entregue la razón de lo correcto ni de la concepción de la realidad al sujeto, entréguela al modelo.

Pues cada sujeto en el mundo tiene su propia versión de lo correcto y su propia versión de la realidad lo que en la convivencia cotidiana nos impide comprendernos.

Por una parte, la imagen de éxito y de buena calidad de vida está tergiversada y por otro lado, la sobre-legislación impuesta por el Estado confunde el comportamiento.

Los sujetos simplemente no saben qué creer o qué es lo mejor para creer: desde el deber ser ¿Quién es un padre, quien es una madre, cómo es un verdadero hombre, cómo es una verdadera mujer, cómo son un niño y una niña exitosos? Teniendo como base que todos los seres humanos estamos en la senda de la búsqueda de la felicidad.

Aunque esto me parece aterrador, me doy cuenta de que para la transformación de la cultura ciudadana debemos tener un”master mind” que dirija una orquesta educativa de modelos de comportamiento. Y aunque es un procedimiento que podemos llamar regresivo, deberemos privilegiar el comportamiento subjetivo e individual en la intimidad y el sujeto privado y hacer relevante un modelo de comportamiento abierto y social en lo público. Es precisamente un volver prácticamente a cero para arrancar de nuevo una reconstrucción de la cultura ciudadana. Es una obligación diseñar ese modelo de “sujeto” y refrendar un mundo de lo correcto en el comportamiento en lo público, y en cuanto al error, no castigue el hecho, presente una alternativa de modelo que permita la inclusión de las diferencias.

Wilson Garzón Morales

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